lunes, 25 de junio de 2007

La Ley del Talión y el Castigo

Al final de la Edad de Piedra, el Paleolítico, nace un orden fundado en sus principios que se concretó con la ley del Talión, cual al no permitir hacer más mal que el causado, resulta un avance en las instituciones represivas. De esta ley se desconoce el lugar y el tiempo exacto de su nacimiento. La ley del Talión reza así: “Alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, llaga por llaga, cardenal por cardenal”, “tal pena cual delito”, esto es lo que significa la palabra Talión. Lo que pretendía tal ley era castigar, más que a un cuerpo, el alma del delincuente, hacerlo sentir arrepentido de su delito. Este esquema cambió con la influencia del derecho germano y la acción de la Iglesia Católica en la Edad Media. Pero vemos que Foucault vuelve a castigar el alma o la psiquis humana: el tormento de saber que estás siendo constantemente vigilado castiga tu mente y transforma tu cuerpo en un “cuerpo dócil”. ¿Realmente es justo el sistema que hoy en día se implementa en las cárceles de nuestro país?, ¿sirve de algo tan sólo encerrar a la gente en la cárcel, o merecen castigos más severos como la ley del Talión? A mi parecer, el mundo era más justo en el Paleolítico. Si un delincuente cometía un delito, posteriormente experimentaba en carne propia el sentimiento del que fue atacado. Hoy los criminales parecieran no conocerlo, ignorarlo. Sólo digo pareciera porque se me viene a la cabeza la cifra de reincidencia criminal de las cárceles chilenas.

D. H.

Rastro Inmortal

A solo segundos de salir al escenario, él piensa en la difícil vida que ha tenido y como después de mucho esfuerzo por fin cumplirá su sueño, consagrarse como músico.
No es fácil estar tranquilo; allá afuera lo esperan grandes conocedores de su arte, hombres a quienes ha estudiado arduamente y hoy, sus ojos serán para él, todo un sueño.
Recuerda una tarde hace ya muchísimos años, cuando su maestro en aquella época, todo un sensei en la vida, le dijo que vender no era lo importante. Le explico que la música no se vende sino más bien se siente. Le enseñó a buscar ese sentimiento en la interpretación y por último le dijo que jamás se dejara engañar por los falsos músicos, por aquellos quienes le prometerían la fama, porque ésta no llega de un día para otro ni tampoco sin trabajar por ella y cuando llega no es en forma de fama si no más bien de inmortalidad. Tú tienes que ser inmortal le dijo.
Las palabras de su maestro, fueron su guía; en esa época no le fue fácil comprenderlas pero aprendió a llevarlas consigo porque entendía que su maestro era también un sabio hombre.
Inmortalidad no es una palabra fácil, llegar a comprenderla en su totalidad es más difícil aún. Muchos han querido ser inmortales pensó, pero esto por el solo hecho de vivir para siempre, pero ¿realmente saben lo que es vivir para siempre? Su maestro no se refería a esa inmortalidad sino más bien a dejar huella a ser recordado por siempre, a consagrase como músico. Esta inmortalidad podría llegar a su vida tal vez en solo una noche, esa noche.
Se levanta el telón, es su turno. Miles de ojos lo están observando, la música comienza y recuerda a su maestro, quien ya no se encuentra con él. Por fin entiende sus palabras y decide que esa noche por él, por su padre, se convertirá en inmortal.

F.M

Sociedad anónima


Al caminar por las calles, ya sea de Santiago o de cualquier otra ciudad o lugar, podemos ver individuos a nuestro alrededor. Personas con sentimientos, penas y alegrías, con familia; hombres y mujeres con historias, que quizás y lo más probable nunca conoceremos.
Pero ¿es realmente así? ¿Somos unos completos desconocidos para el mundo? O tal vez, esto funciona para el ojo cotidiano sin pensar en que hay algo detrás, algo más grande que sabe, siempre sabe, de donde provenimos y a dónde vamos, qué hemos hecho y sobre todo qué hemos dejado de hacer. ¿Realmente somos anónimos? O creemos inocentemente serlo, sin darnos cuenta que a la vuelta de la esquina o más bien, sobre nosotros hay siempre alguien mirando, alguien enjuiciando lo que hacemos, alguien vigilando.
Obviemos la religión, punto importante en la vida de cada ser, sea ésta cual sea, pero no para descubrir mis interrogantes. Lo que planteo aquí es algo humano, lejos de estar ligado a lo sobre natural, planteo la vida, a las personas como un número.
Michael Foucault, nuestro exponente, planteó hace ya varios años atrás la vigilancia como un castigo, como una forma de llevar el cuerpo a la docilidad. Esto no ha cambiado mucho, convirtiendo a este hombre en un genial visionario, ya que hemos pasado del castigo público en las calles, al mismo pero en la segregación. La constante vigilancia existe y no en forma castigadora si no más bien represiva. No hacemos nada sin que se sepa, créame puedo probarlo.
Desde el minuto que nacemos, somos ingresados al sistema de la sociedad con nuestro pequeño pie como referencia y luego con nuestra huella dactilar, ese es el minuto en que perdimos el anonimato. Analicen sus vidas, ¿pueden realmente hacer lo que quieran? Como toda sociedad hay normas y limitantes que ayudan a la vida en comunidad, pero esto es más que eso, esto significa que jamás estaremos solos y no exclusivamente por el hecho de ser reconocidos a través de nuestras huellas, dientes, cráneo, ADN etc.., hoy en día todo es marca registrada, sino por el hecho de que nos hemos llenado de vigilantes porque le hemos pagado al mundo para ser vigilados: cámaras, Internet, satélites, pareciera que el hombre pide a gritos ser visto.
¿Manipulación? el castigo público de nuestra era. Ya no existe la violencia expuesta, pero sí la discriminación por tus actos, y lo cual puede sonar similar a lo ocurrido en esos años, hoy es peor porque vemos expuestas nuestras vidas al ojo público de quien lo desee con el simple hecho de hacer un clic, lo cual motiva al común de los mortales a regirse entre las normas establecidas, convirtiéndonos así una vez más en “cuerpos dóciles”.

F. M

Vigilancia de la cárcel a nuestro hogares



Ya conocemos la teoría, la observación constante es el peor castigo posible según Foucault. ¿Pero que sucede cuándo llevamos esa vigilancia permanente a nuestros hogares? He notado, y espero que todos lo hayan hecho, que la vigilancia hoy en día es un indispensable en los hogares. ¿Quién no ha tenido que correr más de alguna vez desde la puerta de calle hasta la puerta de la casa a apagar la alarma? Las alarmas nos mantienen "protegidos" y "aislados" de los ladrones, pero en realidad he llegado a creer que NO aislamos a los ladrones, nos aislamos nosotros mismos. Es nuestra propia vida la que NO sale de esas cuatro paredes, mientras quienes deberían ser vigilados circulan naturalmente por las calles a falta de espacios en las cárceles del país.


Las cámaras de vigilancia se encuentran instaladas en cada ascensor público, en las oficinas de trabajo, en el metro, en los exteriores de los edificios; como si quienes rodeamos esas áreas fuéramos a cometer algún crimen, como si debiéramos ser constantemente vigilados, como si estuviéramos dentro de una gran cárcel con un panóptico inmenso.


¿No les parece que deberíamos rechazar todo tipo de subordinación a la vigilancia? ¿Realmente protege ser constantemente vigilados, o sólo nos da la sensación de que es así? Yo creo que nos priva constantemente de nuestra libertad, lo que se traduce en una cárcel constante en nuestras vidas, en nuestros hogares, en nuestros trabajos. Pero lo peor de esto es que no somos concientes de ello. Además a esto debemos sumarle la transmisión de la constante sensación de peligro. ¿Quién puede sentirse seguro con una cámara de vigilancia en el patio si por ella puede ver como un ladrón se salta la pandereta de la casa?




Daniela Herrera

lunes, 14 de mayo de 2007

¿Microempresa Foucaulteana?

Si miramos la Comunidad de Pirque, basándonos en el pensamiento de Foucault, podremos reconocer que ésta, se caracteriza por descubrir, o incentivar, en cada uno de los individuos que la componen sus capacidades y comportamientos más acordes y útiles, produciendo seres dóciles y moldeables para el funcionamiento de la comunidad como la motivación final. Sus integrantes recalcan que no existen lideres y que la libertad, tanto individual como colectiva es imperante pero no debemos negar que existe una disciplina que es usada como instrumento de control para que las labores y trabajos sean llevados a cabo por quienes corresponde y en un horario determinado.
En el plano de la autorregulación, se sirvió del Poder Pastoral. Dicho concepto hace referencia a cómo la Comunidad integró una antigua forma de poder creada por las instituciones cristianas. Éstas se relacionan con los individuos y la comunidad de forma pastoral, es decir, se preocupa de todos y cada uno por separado durante toda su vida, para asegurar su salvación en el más allá. Dicho poder se ejerce explorando, guiando las almas y conciencias de los individuos produciendo una verdad de sí que, generalmente difiere absolutamente de la imperante en el mundo “exterior”, vale decir, en el del resto de la sociedad.
La Comunidad de Pirque, con sus pro y sus contra asimila de manera exacta lo planteado por Foucault, esto claramente en distintas escalas convirtiéndose así en una “microempresa Foucaulteana”.

Francisca Maturana

¿Qué sería de la zoe si no fuera renovada?

Constantemente nos enteramos de que alguien cercano será padre o madre. La vida de los seres humanos esta siendo constantemente renovada. Unos mueren y otros nacen, y nunca hemos imaginado el mundo funcionando de otro modo.
Refiriéndonos a ésto es que aparece en el contexto cinematográfico la película Los Hijos del Hombre (Children of Men). El film que nos sitúa en un mundo en que la infertilidad femenina es una constante, los inmigrantes viven en paupérrimas condiciones y la violencia abunda. Como visualizó Benjamin algún día, la excepción se hace regla. La humanidad entró a un período de extinción. Es justamente es este contexto que una inmigrante negra en Inglaterra, queda embarazada.
Este link les mostrará un trozo de la película, para que tengan una idea de las reacciones que produce en la gente la vida, cuando ya no se contempla como un fenómeno natural y cotidiano.
¿Qué sucedería con todas las teorías expuestas por Giorgio Agamben si realmente sucediera lo que relata la película? ¿Qué sucedería con la política, la biopolítica, el Estado y la nuda vida? Sin la zoe (expresa el simple hecho de vivir) , nada de lo que nos propongamos puede ser llevado a cabo. Todos nuestros sueños y expectativas se verían truncados de ser esa realidad, la nuestra. Los Hijos del Hombre es una película que nos lleva a pensar acerca de nuestra realidad y la forma en que ésta influye en el futuro.
Daniela Herrera

miércoles, 25 de abril de 2007

Del castigo público al "hotel carcelario"

Mirando las imágenes que aparecen en el link al final de la entrada, cualquiera podría decir que más que un castigo, esto es un agrado. El siglo XXI, con todos sus avances, ha traído consigo también la transformación de un modelo del s. XX, el "panóptico".
La vigilancia, es decir, la constante observación del individuo, se ha convertido en un mero fetiche para los "castigados". Las comodidades que ofrece el "hotel carcelario" son mayores que las de sus propias casas, lo que provoca en el preso una indiferencia respecto a la vigilancia.
La temible vigilancia constante, planteada por Foucault, pasa a segundo plano cuando las comodidades ofrecidas por el recinto carcelario cubren todos los ámbitos de las necesidades tan satisfactoriamente.
Pareciera ser que el siglo XXI ha formado una sociedad que no teme ser vigilada, sino más bien, que ha aprendido a vivir de esa forma.
Nos hemos transformado en una sociedad que defiende a tal punto los derechos humanos (incluso los de los que debieran ser castigados) que hemos dejado de "vigilar y castigar", reemplazando este método por el aislamiento de los "castigados" en "hoteles carcelarios"

Daniela Herrera
Francisca Maturana

http://www.hohensinn-architektur.at/jz_leoben.html
Estas son imágenes de una cárcel de Austria.